Pandemia

No escribí antes, porque como a casi todos, esto me agarró de improviso y en el oscilar de situaciones no tuve cabeza ni tiempo para ordenar mis pensamientos y ánimo para escribir.

Ayer burilé algunas ideas solo para despejar inopinadamente la mente y el sentimiento.

Hago la advertencia que no creo en relaciones sólo físicas, esas vacían más que el desamor, pero me ayudo a preparar lo que ahora expreso más acorde con lo que estoy transitando en forma similar a muchas otras personas.

En busca de una foto que pudiera estar en consonancia con esta narración sin querer apreté una foto de muchos conocida que data de 1932: 11 hombres (albañiles en un rascacielos) almorzando, sentados en una viga de acero, que pende de una grúa, a no sé cuántos metros del suelo. La vi y creo que con todo, refleja la actual circunstancia: actuar con normalidad en una situación nada común pero al fin y al cabo cotidiana.

Comienzo este relato.

Ecos lejanos presagiaban dolor y muerte.

Pronto nos alcanzaría ¿Cómo, cuándo?

Nadie lo sabía, pero era un hecho que arribaría a nuestros lares al igual que en todas partes.

En las postrimerías de invierno llegó, de hecho antes que la primavera, esa estación que normalmente es renacimiento de vida, en su momento, nos pasó casi inadvertida.

Luego, llegó de la nada, sorprendiéndonos, el verano, otrora anunciado por alegóricas golondrinas que ahora se antoja metáfora inadecuada, y al parecer, anuncia ya un próximo un otoño similar… o más catastrófico (espero que mi comentario sea errado y no presagio).

Y así los días y su contenido todo transcurren en una vorágine calma, que nos va consumiendo, sin siquiera poder transitar al menos de un lugar a otro, sino obliga a un estar quietos desde el hogar.

No hay mayor movimiento del común de la gente. En general estamos postrados a la espera haciendo lo que se puede y con lo que se tiene, aunque hay personas trabajando como si nada sucediera, conscientes o no del peligro, por la necesidad de llevar comida a sus casas, literalmente para subsistir, arriesgándose a un no creer, auto convencidas por su urgencia y en todo caso santiguadas para librarse del mal.

Otras, inconscientes a pesar del peligro, no aciertan a entender y se reúnen desesperadas e irresponsables, solo por abandonar la monotonía del obligatorio enclaustrado y poder convivir, como si de ello les dependiera la vida, cuando lo que hacen es vulnerar toda posibilidad de sobrevivir.

Nada pasa, todo queda; mientras tanto, el afuera, es ese raro lugar que ahora se antoja extraño, aunque anhelado. Es allá donde radica el peligro de la otredad* de lo que, de casi todos, es sabido pero que aterra literalmente porque representa la muerte.

El devenir transcurre contado desde el confinamiento, no ya a base de días, sino de muertes, sin importar si el número es real o aproximado, engañoso o estadístico, como a la expectativa de cuándo será la próxima víctima y lo más terrible si se tratará, rogando que no sea así, de alguien cercano o uno mismo.

Bien cierto es que no hay nada como la terapia ocupacional; esa, que de ser posible, enajene para no mirar la realidad tan insoslayable que de tanto atenderla hiere y mortifica.

A todo esto, el debilitamiento económico que inexorable como el tiempo se adueña de nuestra existencia pauperizando el estado de las cosas, familias enteras sin recursos lamentando lo que sucede sin desenfreno.

¿Qué más?

Siempre que se está en una aflicción, padeciéndola, el tiempo permanece estático y el dolor parece interminable.

Y así transcurre el devenir del día a la noche y de la noche al día.

Nada cambia pero si desaparece.

Y mientras tanto, la mezquindad de políticos abona a lastimar aún más a la sociedad.

La ideologización del uso del cubrebocas conjuntamente con las inadecuadas decisiones políticas, debieran ser consideradas como crimen de lesa humanidad** (no es exageración, el sustento es simple, el número de muertes, aún solo con base en los números oficiales).

Así, se da la discusión bizantina*** acerca de si es o no adecuada la utilización de ese trapo que protege, a la par que el descuido de la apertura de actividades sin una auténtica regulación supervisada, más allá de la presión por reactivar a cualquier costo una depauperada economía por culpa de decisiones erróneas al capricho del necio Tlatoani en turno y además sin dar apoyos económicos que favorezcan a los que verdaderamente lo requieran (no a los posibles clientes electorales) y mientras tanto, la gente muere (no producto del abuso de bebidas endulzadas, obesidad, diabetes, hipertensión, su edad, etc., esa es una consecuencia pero no el origen, es un falso dilema, una falacia de no aceptar la parte de responsabilidad del gobierno) por desinformación, por no creer, por arriesgarse a salir a trabajar aún con todas las precauciones, pero lo más terrible en varios casos, por confiar en el ejemplo de quien detenta el poder político, no importa si es México, Estados Unidos o Reino Unido, donde tenemos verdaderos próceres del aniquilamiento, de la desintegración social, pues en vez de acatar criterios y políticas públicas de salud, protección social y apoyo económico, prefieren aparecer como súper hombres que no requieren algo que consideran es para débiles y pusilánimes (lo digan o no en forma expresa) y mientras tanto, los decesos van en aumento.

Como siempre solo nosotros debemos cuidarnos a nosotros mismos, con esa solidaridad que subyace y aflora en momentos como ahora.

Deseo que para invierno esto concluya, o quizás para la primavera del siguiente año, renazca eso que ahora es mera esperanza en el confinamiento.

Mientras a orar, si somos creyentes, cuidarnos y como los alcohólicos con sus doce pasos: “un día a la vez”.

En fin.

* La percepción del “otro” como alguien diferente y ajeno a uno mismo y la comunidad, sin que esto necesariamente implique un aspecto negativo. Por lo tanto, es la distinción de la existencia de los llamados “diferentes”.
https://www.lifeder.com/otredad/

** Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, del 17 de julio de 1998, sienta las bases del concepto crímenes de lesa humanidad.
Se definen, en el artículo 7, y se citan: el asesinato, el exterminio, la esclavitud, la deportación, la tortura o la privación de libertad física violando las normas del Derecho Internacional; además, se añaden otros delitos: la “persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género…”; el apartheid o la desaparición forzada de personas, entre ellos.

También incluye delitos sexuales: “Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable”. Al igual que el resto, todos ellos serán considerados crímenes de lesa humanidad siempre que se cometan también: “como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque.”

¿Qué son los crímenes de lesa humanidad?

*** Se refiere a todo tipo de discusiones largas que enzarzan indefinidamente a sus participantes en largas diatribas sin sentido para el común de las personas, y sin que tales discusiones puedan resolverse jamás porque versan de cosas etéreas…

https://www.google.com.mx/search?q=discusión+bizantina&ie=UTF-8&oe=UTF-8&hl=es-mx&client=safari

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