Antecedentes de ella y él… (jugando a ser creadores de historias), esto es optativo considerarlo.
Proemio
Desde que se vieron (como aparecen las situaciones importantes en la vida, de manera tan increíble y circunstancial) sin conocerse, se encontraron, se atrajeron.
No fue amor a primera vista. Adjetivar la sensación que tuvieron sería sacrílego.
Ambos, en esa etapa de vida en que ya se acumula experiencia, esas bobadas del enamoramiento no cabían en su manera de ver la vida.
Se trataba de mera atracción física, esa que quien la ha vivido sabe que provoca, el desenfreno, ese que se vuelca en profano, pero no menos exquisito encuentro; diríase feromonas o una testosterona y hormonas femeninas que se asimilaron en el aire y juntaron al viento que los tocó a ambos, antes que ella y él siquiera se dieran cuenta en forma consciente que se gustaban, al mirarse y casi al unísono sonreír mutuamente.
Al recordar de vez en cuando, en sus pláticas, en sus varios encuentros, quien había dado el primer paso, no acertaban a saberlo, todo transcurrió tan de repente, tan sin sentido, llevados por la atracción mutua y el tema siempre quedaba rezagado al primer toque, así fuera con la mirada en ese punto que ambos sabían iniciaba su desbordar de pasiones.
No había más, ninguno buscaba más.
Eran conscientes y sinceros en que encontrar el uno en el otro.
Se extasiaban, pero no se saciaban.
Disquisiciones.
De antemano, ambos lo sabían, era sólo sexo.
Cautos, honestos, establecieron las bases de su relación: nada de enamorarse, ni ser pareja,
ni salir a convivir y conocerse más allá de lo que sus cuerpos, en lo más recóndito pudiera ser explorado y conocido.
No necesitaban más.
Se trataba de satisfacer su mutua pasión sin restricciones, en encuentros de tú a tú, en igualdad de circunstancias, no para ver quién sometía a quien, sino para satisfacer esa ansia no saciada antes con nadie.
Sus encuentros no eran luchas de poder sino desenfreno de pasión.
Buscaban invariablemente cómo lograr que el otro llegara al climax, como jamás antes lo habían vivido.
Disfrutaban perderse el uno en el otro, solo comprometiendo sus cuerpos sin relleno innecesario de adornos en su relación.
¿Qué importaba vaciar el alma, si ello existe, sentirse huecos después de entregarse, cruzando algunas palabras más por camaradería, que por entablar un diálogo más profundo que el sexo mismo, disfrutable que habían compartido para quedar exhaustos después de interminables entregas?
Al menos al conjuntar sus cuerpos y probar las exquisiteces del sexo conjugaban todos sus sentidos sin requerir en tal trance más nada que su deseo y cuerpos para satisfacerse hasta extenuarse.
Cada encuentro lo valía, porque al vestirse para regresar cada uno a su vida, ya se habían ido uno del otro, a la nada, y para cuando se despedían era más un formulismo con la certeza que da estar seguros de su sentir y que para cuando volvieran a verse llenos de pasión regresarían a arder para volcarse el uno en el otro.
El acuerdo funcionaba a la perfección.
Si por casualidad se encontraban en algún lugar, se saludaban como buenos amigos, externando cortesía que dejaba ver ese sutil toque apenas perceptible de un algo más, campo magnético que atrae o repele y crea una zona de estupor entre quienes lo presencian, pero no permite saber, ni averiguar qué sucedía entre ellos.
La posible especulación de quienes lo presenciarán se desvanecía apenas se separaban para cada cual irse por su lado, con quien estuvieran.
Ni dejaban rastro o indicio.
Al volver a verse en esa intimidad tan suya, siquiera apenas comentaban el punto sin pretender indagar él quien o porqué
¿Para que perder el tiempo en obviedades si se tenían ahí, en ese instante, el uno al otro y se satisfarían plenamente?
No se pertenecían, pero se sabían en esos momentos conectados en plenitud y lo disfrutaban al máximo, pues cada encuentro era extravío para encontrarse el uno en el otro y eso representaba, segundo a segundo, el infinito.
¿Cómo describir lo que solo se experimenta habiéndolo sentido?
¿Clímax? Va más allá.
¿Éxtasis? Tal vez.
¿Inefable? Quizás.
No hay más que decir que la imaginación pudiera recrear pero que ojalá, aunque sea solo una vez en la vida se pueda llegar a experimentar: dos personas desnudas creando sensaciones que las hagan desprenderse de su yo para evaporarse en sí mismas hasta casi desaparecer después de sentir, degustar y volar hacia dónde solo se es y está en trance atemporal.
Se existe porque se siente; pero se desvanece el ser y explota en una ambrosía de sentidos y espasmos hasta no poder más y continuar ascendiendo en enloquecedoras sensaciones indescifrables.
Quizás de ahí el dique que algunos ponen o incluso imponen para no atravesar lo prohibido porque sienten se extraviarían o tal vez peor, ya no querrían regresar.
Situaciones.
Después de haber leído este breve relato ¿Cuál sería la continuación?
Iba a seguir con la narrativa de esta idea, pero me vino una mejor, porque recordé (no sé cómo hice la relación) la parte final de la novela 1984, aquella donde los enamorados fueron a tal grado
psicológicamente torturados, que de creer que lo suyo era indestructible (porque nadie podría cambiar su sentir ni meterse en sus mentes), pasaron a convertirse en desconocidos.
Cada uno de aquellos que hayan leído lo aquí escrito, y les interese, imagine lo que sucederá y haga una derivación de lo que seguiría, jugando a ser el destino y sus designios.
Sería algo sensacional que lo escribieran, y mucho mejor, que me lo quisieran compartir.
Son ideas al vuelo, para pasar el tiempo, a veces dar rienda suelta a la imaginación resulta en cierto modo catártico.
Considero y pongo ciertas ideas que insisto, quien quiera, puede tomar y dar rienda suelta a una creación propia.
Ninguno se enamora: tienen que separase porque deben seguir con su vida, pero se añoran.
Ninguno se enamora: viven vidas separadas pero periódica u ocasionalmente se encuentran
Ella se enamora, pero él ni en cuenta
Él se enamora, pero ella su sostiene en su dicho: temor o indiferencia
Ambos se enamoran: pero no lo reconocen y mejor se alejan al empezar a hacerse daño.
Después de un tiempo se reencuentran y
a) se repelen,
b) se aceptan,
c) regresan a la pasión,
d) se ven como desconocidos y aceptan esa realidad,
e) se reencuentran en lo que descubrieron era amor
Ambos se enamoran: pero dejan encubierto el sentimiento por miedo a perder al otro
Ambos se enamoran y se hacen daño, pero mantienen esa relación enferma
Ambos se enamoran y vencen sus temores.
En fin.