Tuve un desayuno de negocios en un restaurante de la Ciudad de México, que abre a partir de las 8 am; pero con el tráfico nunca se sabe y resulta que llegué al filo de las 7:35 am, es decir 25 minutos antes que abrieran.
Unos segundos antes arribó otro comensal.
Aunque todavía estaban preparando el lugar, haciendo los últimos arreglos de limpieza, etc., nos permitieron a ambos la entrada, cada quien seleccionó su mesa y de inmediato nos ofrecieron café y jugo, además de pan y nos llevaron a cada uno el periódico del día.
La verdad que grata sorpresa me llevé y de inmediato me hizo reflexionar acerca del tema del servicio y la atención al cliente.
Luego relacioné la situación con el servicio que presta UBER.
A riesgo de parecer simplista la razón, entiendo, es la queja de los taxistas que se les ha «quitado» trabajo por la «competencia desleal» de ese servicio innovador.
Quien tiene el poder de decisión es el cliente (consumidor de bienes y servicios), no quien los provee, a menos que se trate de sistemas cerrados que no permiten la libre competencia y que tienen un mercado cautivo que no genera libre competencia.
No debiera ser el caso en nuestra situación ¿o si lo es?
Quien oferta sus servicios o bienes, tiene por objetivo lograr posicionarse en el gusto de aquellos a quienes pretende colocarles servicios y/o productos; propone, convence y genera satisfacción dando valor agregado por el cual gustoso lo buscan para proveer continuamente.
Eso que tan sesudamente los analistas estudian, dentro del mercado, expresándolo en ecuaciones y fórmulas inentendibles, el común de los mortales lo entendemos en función de satisfacción: se consigue si o no.
No tengo interés alguno en ese servicio de transporte, lo he utilizado circunstancialmente solo una ocasión, porque iba de compañía de otra persona que lo usaba; me gustó. Y todo lo que he oído del mismo solo han sido opiniones positivas.
La gente que usa ese servicio, está satisfecha por el precio que paga, la atención esmerada que recibe y tranquilidad de viajar seguros.
¿Por eso debe eliminarse UBER o asfixiarlo en vez de cambiar su modelo de negocios los taxistas y los gobiernos del D.F., y Estado de México?
¿No es también un golpe al sistema corrupto y limitado de control estatal, con todo lo que tiene que pasar quien tiene un taxi, que lo convierte en «cliente» cautivo de las mafias en turno, en el poder?
UBER, en definitiva, le da en la torre al sistema y muestra como el desarrollo libre, con mínimos controles estatales que no deviene en menos recepción tributaria, al contrario, y que se auto regula con controles internos y pruebas de confianza, es mejor opción que a fin de cuentas redunda e beneficio del consumidor del servicio, activa la economía y genera impuestos; claro, se pierde toda la parte «clientelar» en lo político que parece ser que es la única prioridad que campea detrás de esas batallas artificiosas, creadas a través de movimientos de presión de golpeadores tanto de partidos políticos como Morena y Movimiento Ciudadano, entre otros que envían a sus entenados beneficiados con placas de servicio público o con permisos temporales, que solo velan por sus intereses.
Y así por igual está la educación pública -derecho humano reconocido constitucionalmente, pero nada más- la CNTE y sus franquicias sindicales y sus semilleros de facciones porriles, que lucran sin importarles su razón de ser de origen -que no la distorsión en que se transformaron para beneficio de unos líderes corruptos que someten y sojuzgan a seguidores con prebendas ilegales que son migajas con las que compran voluntades- y «privatizan» lo público a favor de sus líderes sindicales y/o políticos.
En fin, que quienes buscamos trabajar con nuestro esfuerzo y ver que nuestro país crezca, sin sometimientos corruptos, sino a base de una mejor preparación -educación- y desarrollo de la gente, nos alegramos de que haya emprendedores y empresarios que busquen negocios productivos honestos, dentro de la formalidad, lo cual enriquece en todos sentidos a México; como también nos entristecemos cuando se trata de imponer artificiosamente, con presión de golpeadores y anónimos encapuchados, prácticas corporativas inveteradas para no perder sus privilegios a costa de todos los que nos ganamos la vida con decoro haciendo trabajo productivo y no tranzas escudados -¡oh, paradoja!- en la ilegalidad cobijada desde el poder.
Pero todo esto es una mera reflexión derivada de la excelente atención y servicio que recibí en Los Canarios de Insurgentes Sur.
Por cierto, el desayuno también muy bueno, la compañía excelente y los negocios de provecho para las partes interesadas.
Recomendable lugar al que, obvio, estoy convencido de regresar.