Mi adyacencia con mi otredad…(16).

Un día, en una clase de las de las 7 am, de Teoría General del Proceso, en que fue da las pocas materias en que juntaban a los dos grupos, el Profesor, Dr. José Luis Soberanes -quien años después sería el Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos- preguntó quien se interesaba por trabajar como pasante en un despacho en materia fiscal.

Nadie de los casi 70 alumnos que todavía éramos de la generación a esas alturas (empezamos algo así como 120, y poco a poco fueron saliendo en los dos semestres anteriores varios, y así se continuaron más o menos hasta séptimo semestre que corrieron al último, por alterar una calificación) al final de la carrera solo quedamos 37 -incluyendo dos rezagados de años anteriores- en total), en tercer semestre, excepto yo, levanté la mano.

Me indicó que lo fuera a ver al terminar la clase, cosa que obvio hice, porque era mi única oportunidad, después de meses de buscar sin éxito, y no podía dejar pasar esa oportunidad de lo que fuera.

Me preguntó si conocía al Lic. Manuel Trón, le dije que no.

Me señaló que era ex-alumno de la UP, le reiteré que ni idea; medio fastidiado, me dijo que anotara un número telefónico para que me comunicara con el Lic. Trón, de su parte y luego salimos del salón cada quién por su lado.

En verdad, el Dr. Soberanes, a quien agradeceré siempre, no supo como me cambió, a partir de ahí, la vida.

Años después -más o menos 27- en el aniversario número 40, de la Facultad de Derecho, por casualidad tuve la oportunidad de compartir mesa con él y su esposa, en la asignación de mesas que la UP había hecho, y ahí se lo manifesté.

Le externé mi profundo agradecimiento y le conté lo que, gracias a la oportunidad que me abrió, había y he hecho.

Para él representó una historia más; para mí, mi realización en la vida, que aún continua, hasta que Dios lo permita.

Regresando a lo que estaba contando, me comuniqué prácticamente de inmediato con el Lic. Trón y después de mucho insistir (cabe recordar lo obvio, es decir que en esa época aún no existían teléfonos celulares, mucho menos teléfonos inteligentes para dejar de diferentes formas mensajes de texto; uno se comunicaba a teléfonos fijos en casas y oficinas), por fin logré que me tomara la llamada con él, con quien tuve una plática telefónica y luego me dio fecha y hora para una entrevista, en Providencia #1250, colonia Del Valle, la cual se realizó con los dos abogados socios de ese despacho: el Lic. Gabriel Ortíz Gómez y el Lic. Jorge Covarrubias Bravo, en ese orden.

La Firma de contadores y abogados asesores fiscales se llamaba: Parás, Ulibarri y Asociados, S.C.

Continuará…

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