Vivir, mientras tanto…

Terminó el ciclo anual y parece transcurrido sin cambio en el tema de salud, con muchos trances en el camino: cercanos contagiados, algunos graves, otros fallecidos dejando dolor en el camino, huecos en los hogares, desmembrando a las familias.

Mientras tanto, la vida testaruda como es, se abre paso y continua como si nada para demostrar que todo sigue a pesar de las circunstancias.

El devenir no se pasma a pesar de las circunstancias y mientras hay vida se debe seguir adelante luchando, es lo que nos enseña cada amanecer, donde la luz busca a como dé lugar estar aún en circunstancias de penumbra, de niebla de lluvia o incluso con nieve.

Cada despertar, en sí mismo, es una alegoría cotidiana de lo que es toda una vida desde que comienza con cada amanecer, cuando se nace y termina al oscurecer como cuando morimos, pero que por lo mismo de hacerlo y verlo a diario, nos pasa desapercibido y no nos damos cuenta de las enseñanzas diarias que nos va mostrando para que aprendamos y así transcurridos en un devenir ignorando señales, momentos, instantes, lugares, situaciones y personas, hasta el momento que se pasa y se van yendo las señales, los momentos, los instantes, los lugares y las personas con las circunstancias que nos eran comunes.

Platón señala que la eternidad en el instante que vivimos conscientes a plenitud, no hay otra que suponemos como si pudiéramos conseguirla y perdemos el ahora en pos de quimeras sin sentido, desaprovechando el momento sin gozarlo o comprenderlo en sus enseñanzas.

Los ciclos anuales, son en sentido estricto eso, girar en torno al sol en 365 o 366 días cada cuatro años para regresar al mismo punto pero transformados físicamente aunque no siempre maduros ni con crecimiento mental y emocional, ese desfase nos hace ser y estar sin acoplar armónicamente como debiéramos y anhelamos inexistencias que solo elaboramos mentalmente sin más objeto que distraernos de lo primordial que es sentir plenamente lo qué hay con quien esté, sin nostalgias, ni melancolía que se hagan costra que nos permita movernos, ni tan poco posibilidades en probabilidades que puedan o no concretarse mientras nos olvidamos de la existencia del momento, viviendo en lo que es concreto y real: el presente, insisto, con lo que haya, como exista, con los que estén, con quienes desean estar con nosotros o bien solos disfrutando nuestra soledad pero siempre abiertos a recibir a quien quiera llegar y estar.

Pensamientos que se me vienen en esta calma dominical del segundo día del año que aún comienza pero no se detiene y transcurre sin percatarnos de ello.

Feliz 2022, como sea, donde sea, con quien sea, así sea solo con uno mismo.

¡Estamos vivos, carajo!

En fin.

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