Camino casi a diario con Chiquito, mi perro 🐕
Cada día que lo hacemos, la misma rutina: su emoción, que me demuestra brincando sin ton ni son, cuando me ve con la correa y el bastón que llevo (para no sé bien qué); luego todo un tema ponerle la correa a su collar y cuidar que no salga intempestivamente a la calle al abrir la puerta.
Los primeros 20 minutos de jaloneos continuos y una vez ambientado al paseo, relativamente se sosiega para casi caminar a mi lado y sencillamente deambular, mientras la yo hago lo mismo pero desde mi mente que echas volar.
Más que sacarlo a pasear, salimos a liberarnos: él a sentirse libre en la calle aunque amarrado a mí; yo, a pensar en todo y nada, divago mientras voy las más de las veces atrás amarrado a él, con la correa de por medio que nos une, y en cada paso se me agolpan ideas y recuerdos diversos.
Hacemos un promedio de 6 kilómetros y en ocasiones 10 a 12; lo más que hemos caminado, han sido 21.3 kilómetros y lo menos 3.5 kilómetros. El conteo es lo de menos, lo importante es ese transcurrir él y yo vagando con nuestros pasos y mis pensamientos que en ocasiones trastocan en sentimientos.
Vaya que me ayuda: convivimos y me despejo.
Nos hacen bien nuestros paseos y logran que tengamos una conexión que disfrutamos.
Su cercanía para que lo apapache y sienta lo que lo quiero y él me lo demuestra acercándose a mí y recargando parte de su cuerpo hasta en ocasiones dormir o solo verme en un aquí estoy.
Nos identificamos.
Por cierto, su nombre completo es: “Chiquito, por mientras”, y es producto de una curiosa historia, desde cómo fue que llegó a la casa. Quizás alguna vez la narre, pero ahora prefiero solo sonreír al recordarla.
Quiero a mi Chiquito, por mientras; mi lindo chipiturco, chilapastroso.
Solo escribo por disfrutar el expresar mi sentimiento por mi perrito.
En fin.