Cuando logras ser suficiente contigo mismo, pero sin egoísmos, ni sacrificios anteponiendo a los demás antes que a ti, permites a tu ser fluir y encontrar paz.
Te haces ermitaño, en la basta soledad de las multitudes.
Dicen que no tener expectativas hace que no haya falsa esperanza y por ende tampoco decepciones. Quizás, pero te hace transitar sin objetivos y no disfrutar el a veces amargo encanto de la vida.
Te haces zombie, en el mundo que habitas.
Cuando cuidas tanto todo, desde tu cuerpo y lo que te rodea, para tener una pulcritud esterilizada, logras un estado de no enfermedad y te proteges.
Te haces paranoico hasta el paroxismo de la neurosis.
¿Qué más da un tanto cuanto de riesgo, de entrega, de anhelo y de suciedad?
A cambio te haces humano y vives de verdad, con sentimientos, emociones y vivencias que se hacen experiencias además de una cauda de anécdotas que tener para recordar y contarte si logras la ancianidad.
En fin.