Y es que respecto de lo que no fue, al no haber recuerdo el único consuelo que queda, es la escritura
¿Cómo extrañar la ausencia que no es ausencia, ni vacío, ni desolación. Solo la nada?
Y entonces ¿Qué llorar?
Pero en la ausencia de lógica, se llora y cuando lloras, el agua que derramas te seca el alma, te agrieta el espíritu y tan agotador es el cansancio, que se agradece desvanecer hasta casi el deceso.