Prefiero callar en tu ausencia; misma que demuestra tu indiferencia.

No hay sentimiento, no hay sentido de necesidad, ni de urgencia de tener la posibilidad de siquiera un quizás.

Te diste a la tarea de mantenerte distante, por sensatez, por coherencia, por madurez o como gustes llamarle.

Y lo respeté.

Anduve entonces, porque quise, el trayecto hacia la nada, con la vana idea de encontrar ese pequeño espacio en que permitieras salir a tu esencia de mujer y manifestar abiertamente tus ansias y anhelos para volar al unísono.

Sucedió por breves instantes en que te escapaste de tu rígido andar para permitirte la libertad de ser tú misma, sin más. Pero te diste cuenta de tu desenfreno, y pronta la razón, te impuso el freno para no desbocar tu sentimiento y te echaste para atrás y ya no te permitiste continuar tu exquisito y sensual andar por temor a lo que se pudiera dar, en lugar de arriesgarte y afrontar con denuedo la posibilidad de un tal vez que te hiciera probar el éxtasis de sentirte libre y plena.

Razones habrá todas válidas para acallar los ímpetus naturales y continuar en tu cotidianidad.

Pudo ser y no lo quisiste siquiera experimentar. Se te hizo el vacío lo que era un salto de fe para poder andar un sendero diferente donde descubrirte plena y tener un espacio tuyo que compartir con alguien más, que entendiera tus deseos pero sobre todo donde pudieras expresar tus sentimientos y encontrar que el eco de tus emociones tenía respuesta en un absoluto espacio donde anidar.

Cuídate, te deseo que logres lo que te propones, sea lo que sea, que esperes lograr.

Como indicaste me llevo lo mejor de ti: lo hermoso de un breve si, en que descubrí tu sublime ser y donde por un instante guardé una ilusión que no floreció.

En fin.