No es que seas perfecta.
Es que lo eres para mí.
Cuando existes en función a alguien -la necesitas porque sabes que te necesita- “se conjugan los astros” y todo el cosmos se integra en armonía.
No sabes como deseo tener el honor de desnudarte por completo hasta desentrañar tus más recónditos secretos y tocar tu alma para escudriñar tus sentimientos,
los que no dejas aflorar,
por recelo,
por aguantar las ganas y refrenar tus deseos.
No te confundas,
no es solo la expectativa de tu cuerpo;
busco algo más,
tu esencia,
lo que te hacer ser tú,
más allá de lo que,
aunque sublime y gozoso
no es tu integridad
la que esconde tu belleza
y dulzura atemporal.
Exquisita esencia,
inefable existencia
que deambula en el mundo
no siendo percibida,
pero añorando ser descubierta por quien,
a la vez,
sepa aquietar
las ansias refrenadas para no explotar con cualquiera,
además de ser bastión y entereza en tu laxitud
Eres única,
divina.
Todo es, si estás;
yermo en tu ausencia.
Le das vida a la vida, razón a la existencia.
Gracia sutil,
se percibe a cada respiro,
que provoca repentinos suspiros.
Toda tu,
perfecta armonía,
dulce melodía
ritmo acompasado
himno a la alegría.
Los sentimientos se rebasan,
das valor para expresar
lo que pareciera mágica inspiración
tan solo por lo que eres,
quien eres.
Tú,
tan tú.
Sin embargo, permaneces inmutable y te afanas en vanos empeños para rechazar no a mí,
sino a la posibilidad de sentirte viva.
Pero no hay nada, vacío.
Tal vez meros esbozos de un vano sentimiento…
Pero sigo empeñoso en este afán, aunque sea incierto
En fin.