Por eso escribo, para decir mentiras sin que haya reprimenda; porque lo que se escribe así, es fantasía permitida, bien vista y admirada, sino es que hasta premiada.
Vaya catarsis de contarme ficciones para continuar mi infancia en plena adultez
¿Qué es la escritura volcada en la imaginación sino una forma de mentir socialmente admitida?
No hay zonas prohibidas, reproches; todo es válido y se aplaude el arte de la mitomanía que permite explorar y explotar los confines de lo ideal, lo anhelado, lo buscado, lo que es diferente a la realidad y que a fin de escribir y volver a escribir, apacigua las ansias insatisfechas a la vez que evita excusas innecesarias, pretextos increíbles e inquisitivas miradas de reclamo por no apegarse a la realidad.
Quien lee ficción sabe a que se atiene y a lo mucho lo que cuestionará será la falta de una buena manera de escribirlo o ausencia de entretenimiento e incluso aburrimiento, pero no el contenido de lo escrito, eso es lo esperado desde que se adentra a su lectura.
Por eso escribo, para contarme mentiras y no tener que vivir en ellas.
En fin.