Orar con y en el actuar

Diario despierto a lo nuevo de cada día y es tan maravilloso mirar, al abrir los ojos, qué hay tanto presente para vivir por delante, que un espléndido sentimiento se crece a cada instante, sin importar el clima o circunstancias.

Es tan en verdad increíble y sorprendente el poder iniciar de nuevo, que me provoca una sonrisa pues equivale a renacer, a tener otra oportunidad y agradezco -oro- por poder disfrutar la vida con todo lo que depara, bueno y malo que de todo se aprende y, a fin de cuentas, todo tiene algo de disfrutable, aún los momentos terribles y duros, la muerte misma (que es parte de la vida) porque de alguna forma se forja el carácter y se crece (si se sabe o puede averiguar lo que conlleva), haciendo que se entienda, o de menos se procure, para ser quien prodigue bondad a los demás, no con palabras sino con el ejemplo de los actos, aunque a veces parezca que no haya eco (que genera cierta frustración) pero que entendiendo que el objetivo es hacer el bien y no la respuesta inmediata que se quisiera, ni mucho menos reconocimiento alguno, se está en paz con ser y en el ser.

Una reflexión

En fin.

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