En el doblete de cincos…*

El tiempo, como medida humana, transcurre y conforme me hago añoso voy apreciando momentos antes imperceptibles y en ocasiones, sin significado alguno en el instante que los viví.

Eso de juventud divino tesoro, es un bonito, aunque nostálgico poema, que de cierto tiene algo aunque no del todo.

El divino tesoro es el del momento presente, en el que se va aquilatando el devenir; es, en verdad, increíble (por eso me encanta la frase publicitaria,esa que señala: “Vivir, es increíble” de una compañía de seguros mexicana).

El recuerdo es ese baúl que se guarda empolvado pero al cual se acude -a veces sin pensarlo y sin querer y otras tantas, las más, anhelantes- se escudriña para encontrar en él, paz, esperanza, felicidad por lo que se ha guardado que es tan etéreo como real, porque está en el ser y ahí permanece a veces oculto, protegido.

Pasan los años, se junta el cansancio con los achaques y desgastes naturales más los infligidos por los excesos y descuidos de juventud, pero que analizándolos, son lo que me tienen ahora además de todo ¡Feliz! En plenitud, no física, pero si de abierta actitud para continuar el camino más enriquecido y en armonía con mi entorno a pesar que las circunstancias puedan ser adversas, pues esas estoy perfectamente convencido que me templan el carácter para forjar algo mejor en mí ser mismo.

De menos, eso espero, que sino, pues como decían las abuelitas: ya sabrá Dios…

En fin.

* En mis 55 años.

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