A veces no basta con arremangarse las mangas, sino hay que arremangarse el alma para hacer las faenas que sean necesarias a fin de no cargar además de la aflicción -por no haber logrado salvar algo o a alguien- la pena de la inacción a cuestas.
Así, sin más, fue lo que nos aconteció; se encendió una llama, se vino un alud de gente que rebasó a la naturaleza y esa inercia de salir a salvar a quien se pudiera acreditó ese algo indescriptible que significa ser mexicano, más allá de los sesudos análisis sociológicos que nos endilgan adjetivos que ahora se borran de lo pretendidamente epistemológico, para quedar como meras doxas sin sustento.
Si el mundo se mueve, con el tremor que atemoriza, que apanica -como nos aconteció en dos ocasiones, más sus réplicas que avivaron la herida- y nos hace darnos cuenta de la fragilidad de nuestras vidas, que el olvido ha querido sacarlo de la mente, la consigna al unísono fue, de uno y mil, no quedarse quieto y así gente tan diversa y tan distinta se desbocaron en la calle para salvar vidas sin importar lo que fuera.
¿Hay mejor manera de buscar una entrega como hermanos?
¿Cómo explicar lo que se mira sin que se busque efímera gloria sino real necesidad de ayudar como fuera?
¿Dónde explica y ubica la sociología esta conducta?
A riesgo de ser retrógrado ¿Y el materialismo histórico que quería hermanar -igualar- a ultranza lo que de suyo es diferente y nos hace la sociedad que somos?
¿Hay catálogo para buscar una clasificación forzada al actuar prácticamente innato de los mexicanos?
¿Somos de otro mundo o estamos hechos de otra materia?
El empirismo de la realidad nos a dado más respuestas que las opiniones analíticas de estudiosos del comportamiento de nuestros compatriotas (qué verdadero sentido adquiere hoy ese vocablo)
Me recuerdo y traigo a colación el cuento «Nuestra Señora de Nequetejé» que dentro de la colección de narraciones en El Diosero, escribió Francisco Rojas González, que si bien es ficción, explica mejor, con un tema acerca de la estética, ese sentir y ser del mexicano -en su caso indígena, pero considero que aplica en general a lo que comento- (no entro en mayores detalles pues vale la pena leerlo).
En fin.