Terrible como cada vez más se va abonando por las actuaciones de los gobernantes y sus administradores de la alta burocracia, el entorno social y político para erosionar y facilitar la nada deseable entrada a un populismo que nos acabe como país.
Ello, sin olvidar a políticos de todos los colores, a legisladores y otros tantos individuos -como los líderes sindicales de organismos gubernamentales, paraestatales y empresas productivas del estado- enquistados en el presupuesto, abusando de nuestro dinero o de plano robándolo impunemente)
Una raya más al tigre: la muerte de dos personas (en el socavón del paso express de Cuernavaca) «un mal rato» para la familia, según el secretario de Comunicaciones y Transportes, por el que se les entregará un millón de pesos que al parecer ya aceptaron.
¿»Un mal rato» la pérdida irreparable de dos vidas?
El «mal rato» les sale barato a quienes sean responsables.
Claro los funcionarios menores son removidos de inmediato (era de esperarse), mientras el presidente Peña pide no hacer «juicios precipitados» ¿Cuál es la diferencia además de un proteccionismo a la impunidad e irresponsabilidad de quién (Gerardo Ruíz Esparza) también calificó en entrevista radiofónica con Ciro Gómez Leyva, el tema del socavón como «un puntito negro», en un dislate previo al «mal momento».
Suponiendo que todo estuviera en orden (la muerte de dos personas se contrapone a esa suposición), y no hubiera acto alguno de corrupción sino únicamente una negligencia injustificable de funcionarios menores, tanto en la formación del socavón como la impericia y tardanza del auxilio de las víctimas por parte de los cuerpos de rescate, ha sido con la lamentable actuación no solo ahora sino en diversas situaciones y manifestaciones del Presidente Peña como de sus más cercanos (y lejanos) colaboradores (de antemano me disculpo por la generalización, que desafortunadamente es la regla en este sexenio, que si hay excepción alguna, solo confirma el entorno «político» común) tanto lo que se ha erosionado y lastimado en diferentes formas cualquier rastro de credibilidad de la sociedad, ante la actuación personal corrupta e impune hasta el cinismo rampante; total los costos (no solo económicos, sino entre otros de degradación institucional y social) los absorbemos todos los gobernados, y peor aún, quienes padecen este tipo de tragedias, los sufren en lo individual.
Estamos hartos, fastidiados, cansados del inmenso cochinero, el cual ya no sorprende, solo corrobora la percepción general.
Y luego, los políticos e individuos de los estratos sociales y económicos beneficiarios de la plutocracia se sorprenden de la no credibilidad social en el sistema.
Estos personajes ya no tienen remedio, se irán enriquecidos en lo económico, pero estigmatizados. Lo terrible es que a todos los demás nos dejan en manos de aquellos que aprovechan ese hartazgo utilizando mayorías que no tienen que perder para pretender instaurar un régimen populista, disfrazado de regeneración.
Ojalá me equivoque, por que eso será el desarrollo de una tiranía opresora y aún más corrupta que nos traerá mayor desgracia al común de los mexicanos.
Se equivoca (a su modo), como otras tantas veces el mesiánico López Obrador al citar la rebelión en la granja (libro de George Orwell), porque ese tipo de rebelión no fue pacífica (aunque en la realidad en nuestro país si lo sea de inicio vía el voto democrático) y menos beneficio a los supuestos (o reales) oprimidos. Como lo narra Orwell, fueron utilizados los animales en la granja para beneficio de los cerdos (literal, los porcinos de la propia granja, que luego son los opresores de los propios animales -en este caso el cerdo llamado Napoleón sería precisamente Andrés Manuel, apoyado por Vladimir y Snowball, siguiendo la propia narración orwelliana- pero no aquellos a los que curiosamente el propio López Obrador hace referencia en uno de sus tantos spots publicitarios cuando se refiere para calificar y denigrar a los políticos del PRI, PRD y PAN, entre otros, al llamarlos despectivamente a cerdos y marranos, cochinos… De menos curioso el acto fallido ¿O no?)?que encabezaron la rebelión.
Esa obra -cuento que se pretendía infantil- estuvo prohibida en los países comunistas -más bien estatistas- (Rusia y sus satélites), porque era una alegoría de la opresión de Stalin y secuaces.
Lo actual, malo, el populismo, peor.
Tan solo una reflexión derivada de la absurda muerte de un padre y un hijo.
En fin.