Las cosas simples de la vida que precisas satisfacciones nos dan.
No es lo grandilocuente de un acontecimiento resplandeciente que sea conocido en forma multitudinaria, sino mínimas situaciones cuyos únicos enterados somos nosotros mismos o quizás alguna otra persona, tal vez desconocida, sin que siquiera haya un reconocimiento de por medio; sin embargo, nos hacen sonreír desde el corazón y, por ende, nos dan momentos de plenitud.
Cada quien esculque de entre los recuerdos y desempolve esos instantes en verdad maravillosos, que se guardan en rincones olvidados de la memoria. Tan solo evocarlos, hacen resurgir atisbos de la alegría de antaño que vuelven a dibujarnos esa sonrisa tal vez imperceptible, pero tan vívida que nos toca el ser y es chispa de felicidad.
Nos extraviamos en el maremoto de las urgentes circunstancias de lo cotidiano y apartamos el disfrute de los instantes de estar contentos.
Retomar esos segundos de lo imperceptible e intangible es la chispa que da color y calor a. nuestra vida y no nos damos cuenta.
Ojalá reparemos en esos momentos y cosas simples que nos transcurren en ocasiones en forma aleatoria; nos demos cuenta de ello, las conscienticemos, nos las narremos y luego, a continuar con el transcurso de la vida en cada jornada.
En fin.