Me emociona la idea de escribir.
Ver la hoja sin nada, blanca como nieve, lista me espera para fluir mis ideas, dibujar mis pensamientos, pergeñar mis sentimientos, desbordar mi ser de las mil maneras que el lenguaje permita a fin de dialogar conmigo y quizás con quien esto lea para quitarme la carga de ideas que me brotan y que para no irlas atesorando sin sentido, fluyan y me permitan tener más espacio para crear nuevas.
Así ha sido mi existencia: vivir, leer, mirar, viajar, soñar; luego, todo ello poderlo escribir.
No todo es decir mis contadas experiencias; también expreso imaginación que plasmo para concretar lo que son sueños, expectativas, cuentos varios que me permitan hacer realidad, en el papel, lo que se le ocurre a mi mente cuando divaga.
Escribir libera.
Escribir es catarsis.
Escribir es descansar.
Luego, volver a comenzar un nuevo inicio, igual que cada día amanece.
En fin.