¿Cómo concertar la realidad con la ilusión?
Difícil de hacer en el cotidiano devenir.
La vida (larga trayectoria en breve tiempo, llena de vicisitudes, retos, problemas y desasosiego, entremezclada con esperanza, triunfos y momentos buenos), es algo que resulta, por el hartazgo, en ocasiones algo intransitable.
La forma de ir paleando la extenúante circunstancia es darse momentos de respiro, bocanadas de aire para volver a sumergirse una y otra vez en la cotidianidad que a veces es sublime pero otras tantas abrumadora.
Esas bocanadas, son instantes que se toman licencias de vida, treguas para, paradoja, seguir viviendo, asumir y continuar la realidad, que no es ni buena ni mala, pero a veces agota conciencia, espíritu y alma.
Sin realidad, no hay ilusión; sin ilusión, la realidad se torna hartazgo que agobia.
En fin.