Que increíble cómo se nos desbordan los sentimientos.
De la nada, de pronto, se da un instante que hace que todo se transforme, y fluya lo que traemos dentro.
Eso que no sabemos cómo expresarlo y sin más, sale torrente, catarata que emana sin detenerse, catarsis que ahoga para luego liberar y hacernos recomenzar; que podamos levantarnos para continuar.
Las cosas y circunstancias no cambian; nuestra forma de verlas se hace diferente.
Bien se dice, en verdad, que cuando vemos ya sea un paisaje, un acontecimiento o la vida misma lo que hacemos es mirar lo que somos, no lo que hay, e interpretamos lo que sentimos. Pues bien, es hermoso mirar a través del ser amado y mirarse en el mismo, porque se sabe que igual, ella vive y siente lo mismo.
Poder sacar las emociones con esa a quien amas, convierte la comunión de individuos en integración de espíritu; y esa empatía que da la intimidad, transforma a los diferentes en un ser integral.
Lo que antes eran dos personas distintas, se convierten en un solo ser.
Así es como se completa el Uno, a partir de ese acoplamiento de cuerpos y de almas.
En fin.