«Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.» Julio Cortázar (26 agosto 1914).
Somos etéreos,

somos carne, 

somos sentimiento,

somos humanos,

somos mortales,

somos perecederos.
Cada uno por su parte, 
Cada uno por su lado,

Cada uno siendo,

Cada uno hace lo que le corresponde,

Cada uno encontrando las diversas maneras de vivir,

Cada uno transcurre en su devenir y continúa en su camino…
Hay encuentro y coincidencia.

Cada uno sigue a su paso, ya sin oquedad.

Lo continuo antes vacuo, continua                -Perogrullo- diferente, pletórico de ilusiones y anhelos: hay alguien acompaña en paralelo,

aquieta ansias, 

es ilusión,

continuo anhelo, 

para formar entornos, dónde no hay cabida para nada más que solo amar: ser y estar.

Luego, retorno al cotidiano batallar.

Mas ¿Qué somos?

Almas que transitan encerradas en materia y circunstancias diferentes que, de pronto, 

se perciben,

se encuentran, 

se reconocen,

se tocan, 

se respiran, 

se huelen,

se sienten, 

se comparten, 

se viven, 

se emocionan, 

se observan, 

se reconocen, 

se suspiran, 

se mojan, 

se desviven,

se desbocan, 

se eternizan en instantes,

calma y torrente, 

pasión y quietud, 

el uno en la otra, 

la otra en el uno, 

se imploran, 

se estremecen, 

se platican, 

se narran, 

se sufren, 

se lloran, 

se ríen, 

se gozan,

se palpan, 

se disfrutan, 

se besan, 

se compenetran, 

se exploran, 

se descubren,

se acompañan, 

pero no encallan…

Aunque separados,

somos uno.

Saberlo, hace diferencia… 

sonreír y seguir el andar cada quien para concretar el quizá.