Sublime como eres, y tan lejos que estás.
Te has convertido en ensoñación,
y busco solo dormir para no despertar a tu ausencia en la realidad.
Eres mi razón,
y por lo mismo,
mi exquisito pesar,
pues entre tanto espero,
sin en verdad saber que esperar,
deambulo entre quimeras,
a la expectativa,
en tu no estar
y nada que llegas para hacer brotar mi felicidad.
Entre susurros suspiro, porque ya no puedo gritar,
no por falta de ganas, sino porque mis pulmones y garganta ya no dan más.
Y no que claudique en la soledad que provocas, sino que mis ansias que me jalan y empujan, a esperanzas inciertas, se agotan y detienen mi andar.
¿Vivir sin ti?
No hay forma.
Todo lo eres y en mi estás, por eso es que duele y pesa no tenerte donde me encuentro, ni el consuelo tengo de poder buscarte, porque siquiera se de tu existencia más que en mi mente que mezquina no quiere dejarte ir, para separar el recuerdo y que el vacío deje de serlo y se llene solo de la maldita y falaz cotidianidad.
Me llueve tu olvido
Me llueve el alma
Me llueve la gente
Me llueve la espera
Me llueves a resguardo
Me llueves el camino
Me llueves en silencio
Y sin embargo, estoy tan seco por ese ayuno de ti.