Undívago caminar con tan entornadas
extremidades, que suavemente menean tu ser.
A la vez,
etérea ninfa,
suave musa,
portentosa diosa,
te contemplo
y me embeleso solaz
al saber que a mí vendrás,
y juntos,
estaremos en deliquios,
decantando nuestro ser,
ese mismo
que existe
en la conjunción
tan nuestra,
de ambos,
cuando nos integramos al unísono,
hasta desintegrarnos trémulos en el otro,
al hacer el amor.
La limerancia fenece en cuanto nos
integramos correspondidos.