Días sin tiempo

Es lo que requiero en nuestros encuentros.
Que cada uno de los instantes que formen nuestros momentos, sean segundos, minutos y horas en que estemos plenos.

Que cada instante sea un grano de arena en nuestro propio reloj de tiempo.

Nada es tan pasajero como el breve periodo que inicia con un afanoso hola seguido de un largo beso con el que quiero absorberte toda y continuarlo luego en gerundios redundantes en nuestro lecho, y que para que cuando llegue el fatídico hasta pronto de la despedida, con una lágrima acompañada de otro necesario y furtivo beso, de menos me lleve conmigo las imágenes todas de cada uno de esos nuestros dichosos encuentros.

Pero también esos breves periodos harán que lo temporal se transforme en eterno, donde el recuerdo que añora, que aquieta todo, menos el anhelo, espere hibernando, hasta que se de el siguiente encuentro, nueva primavera en mi otoño ya casi invierno.

Por eso imploro días sin tiempo.

Ya lo sabes, te espero.

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