Comienza el día (es un decir porque ni el alba se ha presentado todavía) y ya la actividad se nota como si hubiera una continuación y sin que ni siquiera la noche, como dique, la detuviera.
Más allá de la labor cotidiana propia de cada quien, hay esa otra parte de la vida que en ocasiones está desfasada, paralela, latente, acechando para, en cada oportunidad, aparecer para precisamente sacarnos de ese letargo casi permanente y hacernos estar en otra dimensión tan distante, pero tan presente, respecto de en donde nos encontramos.
Despertar literal y figurado.
Salir del capullo para vivir y hacerlo a plenitud, oteando al horizonte y utilizando como referente al porvenir.
Vaya camino, vaya andar cansino; vaya vida, vaya quietud mortuoria; vaya vacío, vaya saciedad…
Lo siguiente a despertar es erguirse para orientarse; transitar para llegar al objetivo y de ahí encaminarse a uno y otro más, no para cubrir huecos o llenar la vacuidad sino para abrir nuevas perspectivas que también son amaneceres que prometen un quizás.
En fin, inicio mi continuidad.
Excelente!
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A cinco años y un mes de tu comentario: ¡Gracias!
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