En todas partes se encuentran momentos en que aparecen imágenes que nos hacen abordar diferentes situaciones que nos trasladan de la realidad a nuestros pensamientos más profundos.
Bien se dice que al ver un paisaje, por ejemplo, en realidad miramos lo que somos, no lo que hay; es decir, la realidad la percibimos conforme a lo que interpretamos conforme lo que hemos vivido y en quienes nos hemos convertido. Todos vemos un árbol o conjunto de ellos, un valle, cerros, que se yo; pero la manera en que lo traducimos e interpretamos es diferente.
Así andamos por la vida, espejeándonos a nosotros en cada circunstancia y situación. No significa que en todo momento sucede así, pero en ocasiones se da y sí reflexionamos en ello, nos desbordamos o lo podemos hacer y derivar en análisis que, como cualquier pensador, generen desarrollos de pensamiento que pudieran llegar a evolucionar, con mucho estudio, en ideas, hipótesis y teorías… claro, de así quererlo o simplemente en pensamientos que se los lleve el viento.
Esto es como es y no hay más.
En fin.