Cuento cuentos, porque cuento anhelos, aquellos que imagino y siento, luego se salen por la boca, por las manos, por el ser completo.
Pensamientos y sentimientos que fluyen independientes, se me escapan para irse al aire con la esperanza de ser leídos, oídos y hagan sentido a alguien más, provocar un momento de contento y generar una breve sonrisa.
Soy juglar que ando los caminos de la escritura, territorio dónde se me desborda la imaginación y se hace un espacio por sí misma en la realidad.
Ya no me pertenece.
Pasa a ser propiedad de todos los que la conocen y luego desean contarla a su manera.
Así se va formando la larga cadena de historias que se aderezan con la experiencia de cada uno que las toma para reescribirlas o contarlas y volverlas a lanzar al aire.
Es la forma de comunicar lo que se es, lo que se sueña, lo que se vive, lo que se piensa, lo que se recuerda y lo que de ello se forma en pos de un receptor que los vuelva a lanzar para continuar ese viaje hacia la nada pero que llega a todos lados.
Escribe quien tiene algo que decir o que, sin quererlo, solo siente la necesidad.
Diferencia entre escritor y escribidor, no importa, no es relevante cuando lo único que se quiere es poder expresar para no explotar.
Cuento cuentos, porque cuento anhelos.
Eso es lo que hay.