Vida.

La vida se vive como viene, no hay más.

Me puedo preparar, organizar, estructurar mi jornada, tener un objetivo, lo que es correcto, esta bien; pero también está el toque de lo fortuito, asaz de la casualidad e imprevistos que simplemente suceden, lo cual sin que haya explicación, trastocan lo planeado echando al traste con todo.

Bien dice el dicho: «el hombre pone, Dios dispone, viene el diablo y lo descompone».

Pues bien, sin fatalismos ni pesimismos, esta vida hay que intentar disfrutarla; es tan en verdad corta que en ocasiones parece un suspiro, se va en un abrir y cerrar de ojos. 

Y es que sucede tan rápido y acontece sin más que en verdad es como correr tras el tren que ya avanza para tratar de abordarlo o perder la oportunidad de subirse para llegar, en ocasiones a un destino diferente al que se  tenía pensado. Compre un boleto para ir a «X», no me fijé y subí al que va a «Y».

Así que, bajo la premisa que si se quieren naranjas pero la ida da limones, pues a hacer limonada o también buscar un trueque haciendo apetecibles estos para conseguir aquellas.

Ayer se conmemoró un aniversario luctuoso más de Amado Nervo y en lo personal me encanta su breve poema: «En paz», en mi opinión, corolario de lo que es una vida si bien no satisfecha, ni plena, de menos bien vivida.

Dicen que en la antigüedad, en Grecia, cuando había un deceso, no se referían al fallecido en función a esa su condición de muerto; la forma de expresarlo, era: «ha vivido».

Así que mientras suceda el fin, hay que vivir.

En fin.

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