Manifiesto.

De repente, un día te despiertas y te das cuenta que la edad se te ha venido encima.

No hay resquemor en ello, ni tragedia que lamentar; es un hecho, ley de vida, sin más.

Pero es que un día se cae en la cuenta que no se ha realizado todo aquello que una vez se pensó hacer; razones sobran y también pretextos, y la realidad, en el recuento de lo vivido, resulta en ocasiones -claro, dependiendo del estado de ánimo- algo atroz en el sentido de lo que faltó por hacer.

He estado muy cerca del grupo AA y he tenido acceso a su literatura; de entre las muchas cosas fabulosas que tiene este grupo de autoayuda para la adicción al alcohol, son los doce pasos y el solo por hoy.

Dentro de los doce pasos, el primero aceptar que se es alcohólico -es decir, asumirse como tal, y empezar a hacerse responsable de uno mismo- luego vienen otros y uno de ellos es hacer un recuento o lista -especie de bucket list- de eventos a remediar o personas con las cuales disculparse (hay un programa americano, cuyo nombre no recuerdo, que en forma de comedia, trata este tema de la lista enfocandolo en situaciones absurdas y por ende chuscas).

Saco a colación esto de la lista, porque en el caso de los AA resulta que tocaron fondo, estan en continua lucha y parte de la remediación -por endilgarle un adjetivo al concepto- es precisamente enfrentarse a los fantasmas y demonios propios, a la vez que confrontarse con los destrozos que la persona ha ido haciendo por su problema no reconocido y que le afecta a sí mismo además de lastimar a muchos seres queridos; es decir, tuvieron que pasar varias terribles situaciones varias de ellas provocadas por ellos mismos, para en su proceso de regresar al entorno social e intentar encajar en él, tienen que hacer esa remediación -como la he llamado, no se si de la forma adecuada- 

Pues bien, me parece que no debo (yo, en primera persona) tener que estar en situación extrema a fin de hacer un recuento para que, a partir del mismo, comience a corregir mis yerros (e intentar si bien no volver a comenzar, pero si continuar a partir de donde estemos), sino que, de una u otra forma, aprovechar hacerlo con cada amanecer e intentar luchar con mis demonios y fantasmas, someterlos o intentarlo -tratar y tratar una y otra vez-  sencillamente para cambiar mi entorno, que no al mundo; es decir, ser diferente yo, no para buscar ser ejemplo de nadie, solo para ser una persona de bien.

Al final del día, cansado del día transcurrido, poco antes de dormir, repasar los hechos de esa jornada, para aclarar ideas, saber si logre algo de lo propuesto y estar consciente de en qué fallé.

Más que un desiderata, es convicción de vida, aunque muchas veces me equivoque o aparte de este camino, lo priemro que haré es perdonarme, además de enfocarme mejor y empeñarme más en el siguiente amanecer, y así, hasta que ya no haya uno nuevo.

Pero que no me pille la «reseca muerte» sin intentarlo.

En fin.

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