La mañana amaneció lloviendo, el cielo encapotado presagia una estadía dentro de casa, lo que propicia abrir la imaginación para volar a los confines del mundo interior.
Nada más que hacer que leer, escribir, pensar: el paraiso para discurrir.
Que mejor manera de soliviantarse y emprender esos derroteros hacia el conocimiento y la introspección.
Dicen que no hay nada más revolucionario que estudiar; Afirmación del todo acertada, porque estudiar abre el entendimiento y el conocimiento
El estudio hace que los más inteligentes generen ideas con mayor sustento y expandan su luminiscencia sobre otros; y los menos afortunados, como uno, tengamos un panorama mayor y abramos nuestro entendimiento.
A todos nos beneficia, aunque de primera impresión pueda ser que no lo entendamos del todo.
Si bien los seres humanos pasamos en un suspiro por la vida, el conocimiento de continuo hace que los que nos precedieron y los que sigan tengan una continuidad y crezcan, así se logra que el conocimiento y las ideas sean inmarcesibles en su continua efervescencia que logran que aún el más tímido y recatado adquiera una elocuencia que es como una aurora en medio de la oscuridad más recóndita.
Todo lo que existe, por más que se nos haga eterno, en realidad es efímero y tiende al olvido. Es verdad, pero el empeño del ser humano por lograr preservar su saber, aún sin lograrlo, es una meta que aunque no se cumpla es un alicente y a la vez un acicate para dar un sentido a la vida.
Creo que esa actitud de búsqueda continua nos permite tener una cercanía para percibir, aunque no la podamos asir, a la inasible eternidad, tan anhelada, pero que quizás si la tuviéramos, acabaríamos destruyéndola por nuestra falta de entendimiento.
Discurrir en tanto, es andar por senderos que permiten exista o se de la serendipia al buscar algo y que sorpresivamente nos aparezca otra y se tenga esa sensación de epifanía que nos hace sonreir en esto de la búsqueda del arduo bien.
Y la lluvia no cesa.
El camino será hoy largo y he de andarlo con gusto.
Ya comencé…