Cavilaciones en viernes

Es viernes, los «godínez» (como actualmente se les conoce a los oficinistas en general), contentos porque según la mayoría de ellos, inicia su vida (a pesar que esa, la tienen en el trabajo, y no lo miran), aquella de ensoñación, disfrute y ocio apostando a embrutecerse para retornar de su idílico e inexistente oasis, de nuevo al lunes de su desventura.

Pero -verdad de Perogrullo- la realidad es que la vida, es lo de diario, lo cotidiano, lo que acontece más allá del fin de semana, se perciba o no.

El trabajo ennoblece. Más allá de una afirmación hartó trillada, es prácticamente un axioma -sobre la premisa que, laborar es orar, como lo establecen los benedictinos- y en el trabajo la persona se desarrolla y evoluciona.

El trabajo es la mejor terapia ocupacional que existe; sino, pregúntesele a los jubilados.

Claro, no hay que confundirse: el trabajo cuando es gustoso es cuando tiene un efecto en el sentido que describo. Pero entonces ?Cuándo lo es?

Precisamente ese es el quid: cuando independientemente de lo que de haga, se lleve acabo con pasión.

No entendía la narrativa, creo que de Martín Luther King cuando decía que si eres barrendero, se el mejor en tu oficio. Lo comprendí con el paso del tiempo; sin importar la actividad, se haga todo aquello a nuestro alcance  y más para hacer lo mejor.

Mi padre me enseñó la ética del trabajo; luego, en la institución académica -mi querida Universidad Panamericana- donde me hice abogado, me platicaron de «la santidad en lo cotidiano, especialmente en el trabajo», que vino a corroborar la regla de vida que practicaba y me inculcó mi papá.

Sé de lo que hablo y estoy cierto de ello.

Pero ello, no significa ser adicto al trabajo, sin importar nada, ni nadie; por el contrario, es tener conciencia de cada espacio y tiempo para hacer lo que corresponda en cada caso y hacerlo bien, en lo que pongamos nuestros afanes. Ello, requiere pasión por lo que se lleve a cabo, que a fin de cuentas es una forma exquisita de algo más excelso que es la vida misma: si se vive sin pasión, se está muerto en vida.

En fin, cavilaciones en, y de viernes.

 

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