Martes de…
Nada.
No se me ocurre algo frente a esta página en blanco.
Me quedo inerme, mis dedos no se mueven, callan, mi mente no les transmite idea alguna que sea mágicamente plasmada para empezar a dibujar una letra con la cual comenzar, una palabra con la que iniciar a construir párrafos y encadenar a otras, una coma que continue, un punto y coma que de un respiro o un punto y a parte, que permita dar pauta a lo que siga y no pare hasta transmitir mi ser, de mí hacia este infinito en que me vacíe, pero llene este desierto habido de ser completado, transmitido, plasmado, coloreado de imágenes, aunque la monocromía de las letras buriladas sea lo obvio.
Pero no, estoy quieto, átono.
No hay más por hoy.
Me empecino, sigo en frente, terco la veo, me reta y permanezco en silencio.
Hay por el momento algo inherte, solo pasmo, ni un suspiro, ni un brote que detone ese algo.
Nada, nada, nada.