Mi andar en diversas situaciones en que me ha puesto la vida, mis orígenes, y las condiciones de mi familia de origen, que en el transcurso de las dos generaciones inmediatas que me antecedieron, pasaron por diversas circunstancias económicas, las más de las veces de penuria, aunque también gozaron de una modesta estabilidad; aunque, digan lo que digan, la Diosa Fortuna trastoca el camino humano.
En efecto uno de los abuelos -el paterno- lucho arduamente, pero en las dos ocasiones que estuvo a punto de coronar su arduo esfuerzo, no le fue favorable el sino, y estando cerca, en las dos, todo dio al traste.
El otro abuelo -materno- que vivió la revolución mexicana luchando en Puebla, y alcanzó el grado de Coronel, desconozco en que bando, supongo zapatista, por la región, se encargó después, como civil, de destruir lo que pudo ser una vida de bienestar para su familia.
Por su voluntad, no logró nada y su esposa e hijos, entre los que estaba mi mamá, llegaron a tener gracias a su trabajo como introductor de jitomate de Sinaloa a la Ciudad de México, una casa pero luego por sus excesos y descuidos -los del abuelo- y uno de sus hermanos, que si aprovechó la riqueza y la situación de descuido de mi abuelo -calificaría de abusivo- su familia vino a menos y vivieron en una vecindad del Centro de la Ciudad en una condición paupérrima, y en ocasiones, ni siquiera tenían para comer.
En la vida todo afán positivo o negativo, trae como consecuencia llegar a una meta y obtener lo que se busca, para bien o para mal; con ciertas excepciones, es así.
Pero sucede algo diferente cuando está fuera de la voluntad del ser humano, llegar o no a cumplir lo que se pretende.
Estar tan cerca de triunfar económicamente en uno de los casos; y en otro, no querer hacerlo por disfrutar y saciar las mieles inmediatas que da el dinero, son cosas que solo suceden.
Así es. Así fue.
Continuará…