Mi adyacencia con mi otredad.

Pues si, después de tanto cavilar y andar física y mentalmente por diversas latitudes, en condiciones y circunstancias varias, atravesándolas, figurativamente, a veces como si caminara extraviado en desiertos buscando un oasis, otras como perdido entre selvas y pantanos, enfrentando lo ignoto y, ocasionalmente, paseando en aquellas verdes praderas -como las de los Salmos- con los bártulos -materiales e inmateriales- a cuestas, me doy cuenta lo que ya suponía de tiempo atrás, y que nadie mejor que el juglar argentino escribió:

«No soy de aquí, ni soy de allá». Facundo Cabral dixit.

En efecto, mis diversas experiencias de vida -no mayores o más espléndidas que las de tantos otros, pero al fin mías- me han hecho ser quien ahora soy: tan diverso, tan entrado en todo y en nada, tan consciente de mí, pero a la vez sin pertenencia absoluta a nada y nadie: un agente libre que vaga por diversos mundos.

Sí, es verdad, experiencias varias, he tenido, ya lo dijo un poeta: confieso que he vivido.

De todo tipo de sucesos se han transcurrido en lo que va de mi existencia, a consecuencia -desde mi punto de vista- de los diversos estratos socioculturales por los que he tenido la fortuna de moverme, conociendo circunstancias, lugares, momentos y gente que, ahora, solo de pensarlo en retrospectiva, me resulta a mi mismo inverosímil, pero que me consta que si existió o existe y en las que o con las cuales tuve la oportunidad de convivir.

Amigos, algunos ya idos, descansando en paz; otros que llegan, que no sustituyen, ni llenan los espacios de los que ya no están, pero que vienen a renovar la firme convicción, de la relevancia del apoyo fraterno entre congéneres

Viajes, no muchos, tampoco pocos -sí, menos de los que quisiera- tan disfrutados, como memorables.

Amores -en plural, sin pretensión o presunción alguna, no hay tal, algunos fallidos, otros platónicos, los más que me iniciaron tempranamente en un erotismo prematuro desde muy chico, y por lo que siempre he tenido la convicción que fue el motivo de: a) encender, aún sin conciencia plena de mi parte, prematuramente mi libido, consecuencia de la fogosidad de una mujer, que en absoluto recuerdo, y que en la actualidad sería catalogada como una pederasta, y b) buscar, la mayor parte de las veces aunque no exclusivamente, mujeres mayores que yo-

Diversas a la par que eclécticas lecturas, desde que aprendí a leer y escribir (en las que desde pequeño me imbuí -ora por gusto y devoción, ora por obligación-), y que no deseché solo por estar prohibidas o que a priori me dijeran que eran aburridas o insulsas.

Todo esto que ahora brevemente compendio, me hace mirar de frente, en mi mismo, lo que ya percibía en mis constantes introspecciones y disquisiciones: soy uno de esos individuos, que gracias a la fortuna de habitar en diversos mundos y estratos, no pertenezco de lleno o en absoluto a un solo circulo que -por grande o pequeño me catalogue, por nombrarlo de alguna forma más o menos envolvente, inclusiva, descriptiva y que englobe lo que quiero significar- con un adjetivo calificativo único, a modo.

Continuará…

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