Después de vivir una tragedia y sobrevivir, tal vez el aprendizaje sea que la vida se reduce a soltarlo todo, aunque lo que más duela es que alguien con quien compartiste la misma situación, durante todo el tiempo que duró, al ser rescatados después, continue su camino, sin siquiera voltear para despedirse,como si jamás hubiera sucedido, ni la otra persona existido.
Eso lo reflexiona el protagonista de esa historia.
Luego de mucho tiempo, un escritor en busca de temas interesantes, circunstancialmente se entera del acontecimiento -a través de revisar una vieja nota- comienza a investigar hasta dar con el paradero de ese sobreviviente, lo busca y logra tener una entrevista con esta persona, quien sin ambages, se la platica.
Más adelante, el protagonista indica a su oyente, lo que siguió a su rescate y que tuvo que contar algo similar a lo sucedido, pero que fuera creíble, aunque la realidad haya sido otra, la cual también le narró.
Posteriormente, al concluir su segunda historia, pregunta al investigador:
¿Qué historia prefiere creer? ¿La increíble o la que suena coherente?
Al momento de responderle que la primera de ellas, llega la familia del sujeto que vivió esa aventura y el escritor le afirma que después de todo tuvo un final feliz.
Quien se la narra, sabiamente dice a su interlocutor que eso depende de él, toda vez que ahora la historia le pertenece, previo a su autorización para que la escriba.
Todo esto es la parte final de una película que estaba viendo, cuando me surgieron ideas de escribir acerca de soltarlo todo, las despedidas y también las anécdotas que a veces suceden y desafortunadamente, tan increíbles son, al platicarlas nadie que no las haya vivido, las cree.
¿Cuántas ocasiones, sin tener la fijeza de un obsesivo compulsivo no permitimos soltar cosas o incluso personas y nos aferramos a ellas o a la imagen que guardamos de ellas y no permitimos que se vayan?
¿Costumbre? ¿Necesidad? ¿Miedo? ¿Comodidad? o tal vez una combinación de todo ello, y luego cuando las circunstancias llevan a despegarse de ellas no por gusto, sufrimos pero al final todo transcurre sin más.
A veces ese desprendimiento se da de tal forma que ni siquiera tiempo hay de un vago adiós o algo ´que nos permita quedarnos con la calma que evite el desasosiego sencillamente por no haber dicho siquiera algo que nos permitiera dejar a ciencia cierta claro que se ha terminado.
Y peor aún cuando lo sucedido acontece de tal forma que al platicarlo, por más descritivo y apegado a la realidad que se quiera ser, resulta que aparece tan inverosímil que en verdad no es creíble y se presta a la suspicacia de quienes escuchan lo que parece exagerado o incluso una mentira o fantasía de quien lo platica.
Así es en ocasiones la existencia y las experiencias que afrontamos, vivimos o padecemos, de las cuales en forma relativamente tolerable salimos a salvo.
Una nota derivada de una reflexión consecuencia de una película, que hace que vuele el recuerdo quizá un tanto cuanto pulido por el tiempo, pero no por eso adornado con la imaginación que produzca un cuento.
En fin…