Este miércoles es curioso.

Pero más curioso el que se le denomine de tal forma solo por estar en medio de los siete días de la semana.

¿Qué culpa del pobre miércoles de ser el que le tocó ese lugar?

Porque aunque la imagen del ombligo puede incluso hasta resultar sensual, ni quien lo discuta, también puede tener otras connotaciones y es precisamente la no cachonda a la que se refiere la gente cuando así menciona al miércoles.

Baste recordar que el gran erudito italiano Gutierre Tibón, avecindado en nuestro país desde mediados del siglo pasado y quien falleció en 1998, escribió al respecto.

En su libro: «El ombligo como centro cósmico», hace todo un análisis al respecto, desde el Rig Veda, paseando -porque escucharlo o leerlo, era eso, dar un agradable paseo dominical- a lo largo de la historia y por diversas geografías, momentos y tópicos, incluyendo a México, de cuya raíz Xico tiene el significado de ombligo, lo que a veces me hace cuestionar algunas cuestiones que no es menester comentar ahora.

Pues bien, dentro de las interpretaciones, pasando de lo vano, a lo cachondo, de lo histórico a lo literario, también hay quien asimila al concepto ombligo como algo en medio que a menos que se esté semidesnudo o semi encuerado, nada más no se tiene acceso a mirarlo.

Y por estar donde está ubicado, pues es algo chico, sucio y escondido. Y parece ser que esa, por lo menos en no pocas ocasiones, es la connotación que se le confiere al pobre miércoles, tan alejado del domingo y del comienzo de fin de semana.

Tan solo una reflexión acerca del ombligo de la semana, que tampoco se trata de alabarlo o darle otro atributo inmerecido, pero si sacarlo del estigma de un lugar y calificativo que no debiera endilgársele.

Es lo que opino, aunque también en ocasiones también lo he padecido, en cuanto a la carga de cosas que casualmente a veces se acumulan especialmente en ese día, incluyendo el cansancio.

En fin…