Resulta que es relevante lo que, en ocasiones, en realidad ni siquiera es importante y menos trascendente.

Me explico: estamos tan inmersos y atareados en lo que en nuestra cotidianidad se nos muestra como necesario, inmediato, urgente, problemático, «destacado» que no reparamos en lo que, en realidad, es lo que requiere la atención necesaria para uno crecer.

Nos esmeramos en lo pequeño e irrelevante, atendiéndolo raudos para sobresalir y no atendemos a todo lo que en verdad requiere enfocarnos para desarrollarnos como seres humanos.

Todo requiere una solución a la brevedad, todo es en clave de respuesta contundente, todo se maneja como si la vida completa pendiera de un hilo y en caso de no seguir con un plan que lleve una velocidad vertiginosa, sencillamente desaparecerá desintegrado, como si nada antes hubiera existido.

Me recuerda la novela «París en el siglo XX» de Julio Verne, o las películas «Tiempos modernos» y «Metrópolis», en que todos estamos inmersos sin percatarnos en el vértigo sin escapatoria, de lo inmediato, de solo producir.

La crematística, la modernidad en todo su esplendor.

¿Realmente es esto lo único?

¿Existen o no otras realidades?

¿No hay nada más allá?

¿Subsiste quien no se agota o solo fluye?

Tantos pensamientos, tantas cuestiones, tanto que hacer…y yo, mientras tanto, buscándome espacios cortos para escaparme en la escritura y hacer descansar mi espíritu y no ser devorado en este continuo devenir sin sentido…

Así ando y continuaré mi caminar como hasta ahora.

No es lamento; mera reflexión al vuelo.

En fin…