A veces nos comunicamos en clave, por voluntad o inconscientemente.
No sé dónde leí o que tanto recuerdo, y qué sea producto de mi imaginación -como tantas otras cosas- pero me viene a la mente el que a veces hay quien manda mensajes secretos, a quien sabe descifrarlos, a través de sus escritos.
Lo traigo a colación porque consciente, pero también en forma inconsciente, resulta que lo escrito tiene un significado, sino diferente, algo más allá, implícito o incluso con un tema que subyace escondido en lo que se expresa.
Es así que se transmite expresamente lo que se escribe, pero también en ocasiones, escudriñando (por quien sabe hacerlo o se sabe destinatario o destinataria del mensaje «oculto»), se encuentra la intención y hasta se comprende lo que para el común de la gente no significa nada más allá.
Y no se trata de hacer una labor cual detectives; tampoco de pretender como psicólogo revelar el significado atrás de las palabras. Pero si, hay cartas o escritos que van por sí mismos más allá de lo que en apariencia se presenta a simple vista.
E insisto, se hace voluntaria o involuntariamente.
La cuestión, considero, es ¿se está transmitiendo el mensaje adecuado? o bien ¿lo entenderá para quien va dirigido? y antes que esto ¿lo leerá?
Son dudas que siempre estarán presentes y quizá nunca sean resueltas. Pero con independencia de ello, la labor de escribir, debe continuar, ser constante, sin que la incertidumbre haga que se frene o acalle.
Esa es la consigna, la necesidad, que no se limita, ni coarta, en función de probabilidades e ilusiones, reales o vanas.
En fin…