Reflexiones de domingo por la noche.

Del telar del artesano salen hermosas creaciones, cada una individual y única.

De las manos del tejedor o tejedora, emergen bellas emociones traducidas en una materialidad que luce por sí misma.

De la pluma del poeta, surgen palabras que, como el tejedor, hila pensamientos, sentimientos que hacen volar, soñar, creer, crecer. Lo intangible sublima a la realidad.

De los «escribidores», como yo, intentos de expresión para descansar el alma y liberar de alguna manera lo que traigo dentro, con tropiezos y torpemente, pero al fin de esta manera transmitirlo, siendo yo mismo y así manifestarlo.

La palabra, bendita palabra, que transforma, cambia, hace, deshace, crea, construye, todo lo puede lograr, para bien o para mal.

Alguna vez escuché que las anécdotas les suceden a quienes saben contarlas.

Quizá sea que la conversación sabrosa o la lectura agradable, aún sobre cuestiones insulsas, se da para aquellos o aquellas que tienen la virtud de la narración ágil, hablada o escrita que permite que la experiencia de oírlos o leerlos sea algo placentero.

En cualquier forma y tiempo, la comunicación es fundamental.

Necesitamos ser escuchados, aún en las pláticas con amigos, en juntas, en sesiones de trabajo, cuando negociamos con algo o alguien, o en el aula, buscamos que haya la atención a lo que decimos, para sabernos de esa forma valorados. por nuestros pares, clientes, jefes, alumnos y por los amigos; sentir que pertenecemos a donde estamos o nos encontramos.

Pero a veces no reparamos en que somos en ocasiones aburridos y tal vez no por lo que decimos, sino el cómo lo decimos: nuestra voz átona, o el lenguaje corporal ajeno a lo que manifestamos, que se yo.

Supongo que lo mismo pasa con el escribir ameno, entretenido, que transcurre a una velocidad de un suspiro…

Creo que olvidamos lo esencial: ser nosotros mismos y así transmitirlo, sin temor a ser criticados o a pesar de ello, porque es la única forma, desde mi punto de vista, de ser amenos y no por buscar serlo, sino para expresar y que sea escuchado, no simplemente oído, sea mirado y no únicamente visto, ser leído y hacer sentir algo que haga «magia» en otros, con nuestros pensamientos escritos.

No debe estar peleado el que sea un tema «serio», con hacerlo más digerible y también, de ser posible, entretenido, porque así suele ser más fácil que algo quede y reitero, se transmitan ideas y sentimientos de una manera más digerible.

Unas breves reflexiones para iniciar la semana, primera en la Universidad, para comenzar otro ciclo escolar, en licenciatura, especialidad y maestría.

Solo eso, en este domingo por la noche, previo a gozar lo que me encanta: estar en clase, escribir, platicar, lo que implica escuchar, mirar, leer y trabajar.

Los ámbitos en que me muevo, son lo que nutren los mundos en que estoy, incluyendo a la imaginación tan socorrida.

En fin…

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