Ya inicia esta nueva translación terrestre, alrededor del Sol; es decir, la medición de otros 365 días, en los que replantearnos estrategias para un comenzar.

Pero ¿Qué?

Pues un ciclo de vida, en la que de seguro habrá quien se proponga propósitos varios y proyectos que tal vez no sean cumplidos…o quizá sí, dependerá no de la Diosa Fortuna, sino de cada quien, su voluntad y empeño para lograrlo.

A ver que sucederá.

Para el común de nosotros, el primer día del año comienza flojón o de menos tranquilo, calmo, si no es que con una resaca y desvelada que no presagia nada bueno por lo menos para ese día, que pasará completo, sin pena ni gloria, totalmente perdido en la vida.

A otros, los menos, el año nuevo les arriba duro, pesado, difícil por diversas situaciones personales, de trabajo, de salud, sentimentales o decesos de familiares o seres queridos, que trastocan el significado de celebración por el de recuerdo y luego conmemoración nostálgica casi perenne, en la mayoría de los casos.

De todo hay en la viña del Señor.

Así se transcurren las circunstancias de cada quien, tan diferentes, tan variadas como personas hay en el mundo.

Me viene a la mente la película inglesa «Love actually»: historias tan variadas y todas confluyen prácticamente en los mismos lugares de Londres, con un denominador común -el amor- sin que haya relación o sea distante, entre los personajes del filme (supongo que bajo la premisa de la teoría de «los seis grados de separación»).

Las imágenes, como siempre, después de un instante, en forma literal se me vienen a la mente cuando me siento frente a la hoja en blanco: ambos nos miramos hasta descubrir lo que se ha de plasmar, a base de dibujar palabras que vayan conformando pensamientos que se concretan en un algo que me deje tranquilo al acabar y listo para el siguiente comenzar.

Escribo esto en la tranquilidad de un momento de sosiego, donde me sustraigo a los demás, para dedicar un tiempo, no se si a meditar, a través de la escritura o bien para tener un momento para mí y mis ideas, mis sentimientos, mi mundo que traigo dentro y que expreso en la forma más sencilla que conozco: a través de las palabras simples con las que construyo y doy «vida inerte» -discúlpese el oximorón, dentro de la licencia literaria- en el exterior a mi loco, y a veces, sin sentido interior: incoherente, inestable, intranquilo inconforme, inseguro, pero tan como soy yo.

¿Qué me da estabilidad? ¡Uf! buena pregunta, algo de mi vida: tú lo sabes, no te tengo ni que precisar ¿O sí?

Lo demás, los demás aunque parte de mi vida, son prestados y tarde que temprano se irán, aunque como olas regresen una y otra vez, se irán una y otra vez, eso es una realidad.

Pero tú, aunque no eres eterna, nadie lo es, hasta que Dios y tú lo permitan, estarás, aunque llegue el momento que no sea ya en vida, permanecerás mientras viva y luego polvo seremos y el mundo seguirá.

Agradezco a Dios lo sucedido porque me permite ser quien soy y estar donde estoy. Las bendiciones prodigadas en maneras tan diversas que a veces no me di cuenta de ellas, tan escondidas en situaciones adversas y otras tan obvias que se manifiestan como el amanecer de cada día.

Pero hoy es el inicio del año, primer día de 2015.

Celebremos lo que hay, brindemos por lo que ya no es y ya no está y a reanudar el andar en el camino, que la vida no se detiene por nadie y tampoco sabe esperar.

Reposo un momento, respiro profundo, suspiro y echo de nuevo a caminar.

Dios vele nuestros pasos y nos aliente cuando estemos en esos instantes en que parezca que nada tiene sentido, los vientos y las personas estén en contra y queramos claudicar.

Mi plegaria para este año a iniciar.

Así sea.