¿Qué será verdad?
El suspiro en tu lejanía o lo cercana que estás en mi sentimiento.
No lo sé.
De todas formas, no estás aquí.
En el dolor, en el amor, se vuelca uno sobre sí mismo y únicamente vive lo que padece y se le hace que es lo que hay, sin tomar en cuenta al ser amado, objeto de ese pesar.
Paradoja de amor que hace sufrir lo indecible y a la vez gozar el sentimiento, prefiriendo padecer y hacerse mil mortificaciones, a vivir una realidad vacía y en desamor.
Solo te pido vida mía, con el alma abierta y en la mano, que en verdad disculpes mi fragilidad de carácter, mi debilidad de espíritu.
No hay pero que valga, pero es que te amo, y en nombre de este sentimiento te ofrezco el más cabal de mis esfuerzos para realmente hacerme digno de ti.
Como quisiera saber interpretar tus silencios, para escuchar atentamente, las cosas que callas.
Oír, incluso los gritos que de tan angustiantes, se te ahogan en la garganta o los apagas, y toda la tormenta la amainas dentro de esa tu aparente fortaleza y calma.
Entender, en fin, de un solo golpe porqué me amas.
Y aprender de ti, lo que me dice tan quedo tu alma.
Todo para saberme completamente afín a tu persona, como mi sentir entero lo clama.
Quiero, por cierto, comprender todo lo tuyo, tus deseos y tus ganas; tus días y tus noches; tus anhelos más secretos, y todo por lo que, sinceramente, tú a la vida le reclamas.