Escribir por escribir: placer que se comparte.

A veces pasa que, frente a la página, es un poco mirar en un espejo, asomarme dentro de mi; claro, a fin de cuentas, es lo que hago al escribir, buscar en mí, para expresarme.

Y esa búsqueda interior, necesariamente está cargada de todas las experiencias que voy viviendo.

Como diría algún poeta: «no miro lo que es, miro lo que soy». Y así, un paisaje, un hecho o una persona, se interpreta diferente desde quien lo observa.

Porque mirar, es precisamente poner atención en lo que se ve, registrando, escrutando y procurando guardar la imagen de lo observado, y no únicamente echar un vistazo rápido -es decir, solo ver-.

También se «mira», escuchando, sintiendo, oliendo, degustando, porque son percepciones que se quedan en nosotros, se graban y nos siguen a donde vamos, procesándolas, distorsionándolas en el pensamiento y alterándolas con el paso del tiempo.

Y ese mirar, es percibir, para luego asir con la mente el objeto y finalmente «adornarlo» con sentimientos diversos, y claro, con un toque de parte de la «loca de la casa», es decir, de la imaginación, esa que se desborda y permite crear o incluso recrear a veces, sin haber vivido tal o cual circunstancia: solo por procesarlo de tal forma como solo, desde un muy personal punto de vista, cada quien lo elabora.

Escribir, es recrear en presente acontecimientos idos; esto es, traer el pasado, al ahora, para expresarlo quizá vestido en forma diferente a como realmente fue, para gozarlo, disfrutarlo, mientras se plasma con letras lo que es imagen pura.

Y eso, las más de las veces, provoca una sonrisa generada por lo que vamos leyendo al escribir, porque se constata que se materializa lo que se quiere expresar y suena bien, se escucha mejor y se cumple con cerrar el circulo de una pequeña pero no por eso muy agradable creación, para quien la produce.

Escribir, como ejercicio personalísimo de encuentro con uno mismo, ora grato ora melancólico, para luego presentarlo a otros, que quizá puedan también entenderlo desde su óptica, disfrutar instantes e incluso recrear sus propias historias reflexionando a partir de lo que leen y desbordar sus propios recuerdos e imaginación.

Así, como los bloques de lego, se van construyendo creaciones simples para disfrute y goce que se comparten y se van haciendo redes, que no atan, pero si atrapan momentos que se pueden recrear tanto como queramos, como podamos.

Quizá esa sea otra forma de hacer y exteriorizar sinapsis: a partir de la propia interconexión que se genera en las terminaciones de las células nerviosas -dendritas- en el cerebro, exteriorizarla y lograr que se reproduzca en la gente para conectar con las personas.

De eso se trata, de conectarse.

Una manera más de acercarnos, conocernos, comprendernos.

Buen sábado, a disfrutar de la existencia.

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