«Diario», de un viaje que mi amada hizo…(4)

Buen día mi hermosa amada, estoy llegando en este momento a trabajar.

¿Por qué no me has hablado?

A veces las esperas se hacen eternas y hasta angustiantes, lo cual no es solo un comentario; me es prioritario saber de ti.

¡Ay cariño mío, cómo me dueles!

De tan adentro que te traigo, se me descarna el sentimiento y empiezo a desgarrarme las entrañas cada vez más profundo, para tocarte tan solo en mi recuerdo.

Bien es cierto que me es tan grato tenerte, pero después de tanto aferrarme a ese tu recuerdo, que es lo que he hecho todos estos largos días, hasta los suspiros a veces me lastiman, al recalcarme tu ausencia, que se agrava en la falta física de ti.

—–

Eres mi reina.

Y aunque soy actualmente y quiero seguir siendo en el futuro tu compañero.

También soy tu caballero,

a la par que además soy siervo en tu reino,

y como tal,

me encuentro humildemente postrado ante ti,

excelsa majestad,

esperando la gracia de que me concedas tu amor,

y la venia de permitirme amarte,

que si no,

como guerrero que te desea anhelante,

he de robarte un beso furtivo y sacarte un prófugo suspiro,

para poco a poco penetrar el bastión

que resguarda la fortaleza donde escondes tu corazón,

conquistando palmo a palmo,

cada parte de tu cuerpo apasionado,

territorio valioso,

y uno de los caminos

por los que también he de llegar

hasta las puertas de ese palacio que alberga tu alma,

para finalmente volver a arrancarte otro suspiro,

y que así,

por fin rendida ante el amor que te profeso,

podamos triunfantes,

gozar a plenitud del amor después del amor,

ya tranquilos,

dejándonos llevar

por el letargo posterior de la entrega sublime…

así lo quiera Dios.

—–

Es tu cuerpo,

tu corazón,

tu alma,

tus sueños,

tus anhelos,

tu memoria,

tus recuerdos,

tu paso,

tu andar,

tu estar calmo y sereno;

cuando eres tormenta,

cuando eres fuego,

cuando eres brava fiera,

y tierna niña mimada jugando

con anhelos que se vislumbran en lo venidero…

por toda esa tu belleza,

que me es dable apreciar y sentir,

es que te quiero.

—–

¿Sabes acaso lo que es desear, con todas tus fuerzas, amar a alguien por siempre?

Es lo que contigo me sucede.

—–

Tienes la bendita virtud de contener, por una parte, todo el placer amatorio, aquel de entrega uno a uno para formar un sublime vuelo a un infinito de tan solo un instante.

A la par, conjugas el sencillo, pero no menos excelso, placer de simplemente estar juntos en idílicos momentos, donde el amor también se hace y se goza con una mirada, un suspiro, una tierna caricia, un roce como no queriendo, un estar quietos, un abrazo o estar agarrados de las manos entrelazados nuestros dedos, como símbolo inocente de lo que, en otras ocasiones, ha sido torrente de pasiones entrelazados los cuerpos.

—–

Tú y yo: comunión de sentidos y sentimientos.

Tú y yo: anhelos que sin buscarse se encontraron.

Tú y yo: hoy realidad y realización

Tú y yo: mañana, más que un mero quizás.

Tú y yo: juntos, más que dos.

Tú y yo: un mismo ser.

Tú y yo: momentos…

Tú y yo: profundos y apasionados encuentros.

Tú y yo: forjando historia.

Tú y yo: integrando sueños.

Tú y yo: memoria y recuerdos.

Tú y yo: confianza mutua.

Tú y yo: compartiendo tiempo.

Tú y yo: seguridad y empeño.

Tú y yo: apoyo.

Tú y yo: tranquilidad.

Tú y yo: integración y comprensión.

Tú y yo: emprendiendo retos.

Tú y yo: universo de dos.

Tú y yo: sólo eso,

ni más, ni menos desde hace…

continuará…

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