Hace unos días te escribí algo que quise revisar para ver si lo plasmé bien, y creo que sí.
Ya te había dicho que pequeñas dosis de buena fe bastan para remediar las cosas.
En efecto, mi vida, pero también se requieren pequeñas dosis de buena voluntad ante las dificultades que se presentan en la vida.
Ojalá podamos ser, el uno en el otro, ese camino para que podamos encontrar cada uno a su propio maestro interno, no como el inicio de un culto a alguien más, sino para estar bien con nosotros mismos.
Ser un medio, para comenzar y volver a hacerlo que de eso, a final de cuentas se trata esta vida.
Encontrar que es lo que cada uno quiere respecto del otro y cuál es la percepción al respecto.
Percibir es interpretar, y a veces esa percepción puede no ser la real, lo que lleva a mal interpretar, pero es precisamente la buena fe y la buena voluntad lo que sacan a flote las relaciones y resuelven las discrepancias, perdonando los actos con los que en ocasiones nos lastimen.
Perdonar a otros, es perdonarnos a nosotros.
Perdonar es aprender y comprender; aprender a cambiar nuestra forma de pensar y comprender a la otra persona, ubicarse como si uno fuera el otro.
Perdonar, es pasar por alto los errores, a costa de nuestro orgullo y soberbia, pues hay la certeza de que vale la pena.
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Ahora, con el transcurso del tiempo en que han sucedido tantas cosas veo que es maravilloso tenerte y que estemos juntos, aunque por el momento no sea así.
Ya vuelve por favor que hace frío en el alma y se entristece mi corazón.
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Se me vino a la mente la idea de que amar a otra persona, amarte a ti es en función de lo que puedo ofrecerte de mí, para ti, no para ver que saco de ti, pues el amor, pienso, que es incapaz de exigir nada, que no sea capaz de otorgar.
Amar, es ser integro con la persona amada y buscar compartir, en vez de obtener; extenderse a la otra persona, en vez de apropiarse de ella o lo que le pertenezca; unirse en y con su propia abundancia.
Amar es intentar de continuo ser generoso no por magnánimo sino porque se consciente de que humildemente no se tiene todo lo que se quisiera conferir a la persona amada.
Amar es no ser egoísta ni egocéntrico; amar es no tener límites y es incluir siempre a esa persona amada porque nos es verdaderamente necesaria de manera absoluta.
¿Sabes? dar es lo mismo que recibir.
Si das, recibes; pero no das para recibir.
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Nos veo en igualdad de circunstancias a la par el uno del otro, sin que trate o trates de imponerme decisiones.
En esa igualdad entre ambos, en esta nuestra relación, es que nos hemos podido conjuntar para que la voluntad de ambos trabaje en lograr objetivos comunes: los de cada uno como persona y los de ambos como afines que somos.
Conjuntar es unirnos porque con independencia de lo que podamos lograr solos, en lo individual, siempre, lo queramos o no reconocer, se requiere de alguien, al que amemos y nos ame, para estar y sentirnos plenos, sin que ello implique perder la libertad de tomar nuestras decisiones y actuar en función a nuestras convicciones.
En ese conjuntar de voluntades entre personas que se aman, como yo te amo, comprendo que la libertad es el único regalo que te puedo ofrecer en absoluto.
Ya dependerá de quien tiene esa libertad, que quiere hacer con ella y aprovecharla para crecer, para desarrollarse y asimismo para regresar con más ahínco a amar a la persona con la que estamos.
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Cuando te unes sentimentalmente a alguien, en definitiva renuncias a tu ego, yo así es como lo entiendo.
Te deshaces de la soberbia gracias a ese milagro inesperado llamado amor, que a veces por cotidiano, puede no atenderse y percatarse de lo extraordinariamente maravilloso que es y que inspira nuestros actos y nuestro sentir.
Todo lo que procede del amor que te profeso es en sí, un milagro, pues algo que quizá parezca simple, en realidad significa una sola cosa: vida.
Estoy convencido que en todo y para todos hay un comienzo y un fin, que en definitiva no podemos ser tan tontos de pensar que podamos cambiar, por el hecho de desearlo, pues como fue así se queda en el tiempo en que sucedió; sin embargo, se renace en el amor, así sin que se destruya nada de lo antes sucedido o que hayamos hecho, pero se cancela el pasado en el presente, para que podamos seguir adelante, libres en lo que nos depare el futuro y conste que digo plural, si así nos lo permites…
Mi convicción gracias a este amor que te tengo, es precisamente la fe en ese amor hacia ti vida mía, pues en ti aprendo día a día y me conozco cada vez más, a base de entregarme sin restricciones, fortaleciéndome y, espero de corazón, buscando que también te fortalezcas, disculpándome por la falta de modestia, pero también creo que enseñándote entre otras cosas a que aprendas a valorarte sinceramente y con ello desarrollándonos los dos, el uno en el otro, apoyándonos para luchar por nuestras metas, tanto las individuales, como las que nos pertenecen a los dos, tal cual ha sucedido a lo largo de ya varios años.
Hay vida mía, lo que sucede es que te amo, y por eso te escribo todo esto.
Sabes bien que te extraño mucho y quiero estar contigo, aunque a veces a ti, te parezca lo contrario.
Te amo, a pesar de que no me has hablado.
¿Me llamarás? No lo sé y prefiero no esperarlo, sobre todo para no desilusionarme. No pasa nada, de todas formas yo te amo.
Bien que lo sabes.
Te pido que no tardes, por favor.
Te necesito y tú tan lejos y yo tan sin ti, que me siento solo en verdad.
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Ya se cumplieron dos semanas de tu partida…
La cama no se siente igual sin ti, definitivamente si esta cómoda pero haces falta tú, pues ese hueco tuyo la hace vacía y no la puedo llenar, ni aún con las almohadas y cojines.
Definitivamente eres necesaria y mucho, no sólo, por supuesto, para llenar ese grande hueco, sino sobre todo, para llenar mi vida toda…
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Estando aquí, donde es tu lugar, en nuestra casa, me impregno de toda tu esencia que ya has dejado en cada parte de tu hogar.
Percibo las vibras tuyas en cada parte, sin dificultad alguna y sin necesidad de concentrarme, únicamente estando aquí en donde es lo tuyo, donde aún en la nostalgia de tu ausencia me siento cobijado.
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Sabes muy bien querida mía que te amo y si quisieras ignorarlo, para intentar acallarlo, estarías pasando por alto la dicha de lo nuestro; que en mis ojos puedes ver la sinceridad de mi alma que te clama sin secretos y te grita lo mucho que te siente y te lleva cual imborrable huella siempre dentro, siempre cerca.
Que mi aliento exhalo lanzándolo al viento para que junto con mis suspiros te lleguen mezclados con la brisa y que veas un espejo en el cual reflejados estén contigo abrazándote todos mis sentimientos.
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Como quisiera decirte tanto, pero a veces me parece que llenarte de palabras, para verter en ti mi sentimiento es expresarte menos, explicando tanto, queriendo decirte mis anhelos…
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Busqué un poema que pudiera expresar algo de todo este sentimiento y encontré uno de Sor Juana, que se llama “Endechas”, que en una parte dice así:
“Me acerco y me retiro;
¿quién sino yo hallar puedo
a la ausencia en los ojos
la presencia en lo lejos?
¡Ay dura ley de ausencia!
¿Quién podrá derogarte,
si adonde yo no quiero
me llevas sin llevarme,
con alma muerta, vivo cadáver?
Y puesto que me ausento,
por el último valle,
te prometo rendido
mi amor, y ser constante,
siempre quererte, nunca olvidarte.”
Bueno, un poco enredado (es el español y las formas del siglo XVII), pero si lo lees con calma verás que se siente y además está plagado de la belleza del sentimiento que una poetiza excelsa (como también excelsa eres tú) pudo plasmar con tan exquisita y melodiosa manera.
El frío me recorre todo el cuerpo y anda aprisa queriéndome congelar el sentimiento, ese que te profeso, pero es tan terco mi amor por ti, como la realidad misma que se impone siempre e impide que se acabe esto, y continúa en pie de lucha manifestándose abiertamente sin miedos para continuar llegando hasta ti, sin más remedio que hacerte y hacerme sentir todo lo que te deseo.
Que por ti tengo encendida una lámpara votiva perpetua aquí en mi corazón, esa misma que arde e ilumina y a la vez me calienta, no permitiendo que en tu ausencia desfallezca.
De cualquier forma, siempre estas a mi lado, claro que te prefiero aquí cerca, conmigo para sentirme seguro y ¿por qué no decírtelo? protegido por el manto de tu amor ese que me profesas, y del que estoy a veces tan seguro, aunque también a veces temo que lo pierda, pues ya no quieras tu prodigármelo más…por favor que desaparezcan ya esas nubes grises que ensombrecen tu luz y me entristecen con los temores que aparejan.
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Quizá te parezca una locura pero aunque nos falta mucho por vivir juntos, y a pesar de todo lo andado, siento que ya se me votan los tiempos, es decir, como si los recuerdos que no han pasado ya los viviera y el futuro estuviera atrás; tal vez no me entiendas o no me sepa explicar pero así me sale y así lo siento y pienso, tal cual te lo digo mi vida.
Disculpa ser tan “gótico” en mi enredado pensamiento, pero es como es, y no lo quise dejar olvidado en el silencio.
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Por fin, puedo de nuevo platicar contigo a través de estas líneas.
Te amo y no quiero que te pase nada en absoluto; entiéndelo, la casa no vale sin ti, sin tu presencia, si tú no estás, aunque se perciban tus vibras, pues no es suficiente, porque tú le das vida, tú la llenas, como me llenas a mí y no es posible que sea diferente, pues tu ausencia mata toda expectativa y aniquila cualquier proyecto a futuro.
Se vacía mi existencia si no estás y no es comprensible a mi entender y a mi sentir estar sin ti.
Por favor, cuídate, te lo pido por ti, y mucho más que nada, a lo derecho y perdón el egoísmo, por mí.
Te amo.
continuara…